LA CHICHA DE JORA
Desde años remotos, en las picanterías de Arequipa el infaltable
vaso de chicha de jora ha sido el mejor complemento de las comidas, pues aquel que llega a nuestra ciudad y no prueba un vaso
de chicha no ha probado nada.
La chicha de jora es una bebida parcialmente fermentada generalmente de guiñapo y de quinua, desde la época prehispánica
se elaboraba en países como Colombia, Perú, Ecuador, Chile y
Argentina.
Los indígenas de los Andes la preparaban así: primero cocinaban
el maíz, después de molerlo lo mezclaban con agua y lo fermentaban en chombas de barro, lo tapaban y esperaban un tiempo
prudencial. Se utilizaba en las fiestas y ritos ceremoniales. Es una
bebida popular, refrescante, tiene poca graduación alcohólica y
elevado contenido de azúcares, características que dependen del
proceso de elaboración.
Una de las más antiguas vendedoras de chicha de jora es la señora Lola Mariño Rodríguez, anteriormente las vendedoras de chicha estaban ubicadas en los exteriores del Mercado San Camilo,
ahora han sido reubicadas al interior.
Doña Lola está dedicada a la venta de chicha hace más de 17
años, ella recuerda con nostalgia a “La Pola”, “La Characata” y
“La Tomasa” sus compañeras de antaño, con las primeras que
empezó esta tradición. Antiguamente las vendedoras tenían una
jornada corta de trabajo desde el mediodía hasta las tres de la
tarde, ahora las cosas han cambiado empiezan a las ocho de la
mañana y se quedan hasta las siete de la noche.
Lola Mariño nos cuenta que este oficio le ha permito educar a sus
siete hijos, y la clave ha sido mantener siempre una sonrisa en los
labios ofreciendo su producto con la clásica frase “chicha, joven”
pues sin duda siempre hay un momento para poder disfrutarla y
poder saciar la sed.
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